
El calibrador de estrellas y el futuro de Europa
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Un momento en la presentación de El calibrador de estrellas
La tarde del jueves pasado, en una sala abarrotada de la Fundación Carlos de Amberes, se presentó El calibrador de estrellas, el nuevo libro de Julio Ceballos. Unas sesenta personas acudieron al evento, entre ellas el experto en China Ángel Álvarez, la periodista Georgina Higueras y un público variopinto que incluía académicos, empresarios y curiosos de la materia china. Allí, entre preguntas y reflexiones de calado, se abrió un debate sobre qué podemos aprender de China y cómo Europa se juega su futuro en los próximos años.
La directora china del Instituto Confucio de Madrid, Lu Kaitian, fue la primera lectora del manuscrito y le hizo observaciones a Ceballos antes de que el libro llegara a la imprenta. No es un dato menor: como señaló el autor, contar con el juicio de una persona china, con un dominio excelente del español, que permita ajustar matices y evitar inexactitudes.

Lu Kaitian, directora china del Instituto Confucio de Madrid, pregunta a Julio Ceballos
Ceballos inició la presentación con un tono distendido, bromeando sobre su destino de «hombre encasillado», al modo de esos actores que solo ruedan películas de Marvel, aunque en su caso, con China como universo narrativo. Luego, entró en materia: El calibrador de estrellas no es solo una mirada al gigante asiático, sino una propuesta de aprendizaje. China no es un modelo exportable —su sistema solo les sirve a ellos, dijo con contundencia—, pero sí tiene mecanismos que Occidente haría bien en estudiar. A esas herramientas las llama plugins, en referencia a los complementos informáticos que mejoran el rendimiento sin alterar el sistema de base.
El calibrador de estrellas no es solo una mirada al gigante asiático, sino una propuesta de aprendizaje.

Julio Ceballos junto al director del Instituto Confucio de Madrid Andreas Janousch
Andreas Janousch, profesor de historia antigua china en la Universidad Autónoma de Madrid y director del Instituto Confucio de Madrid, formuló una pregunta: ¿qué es lo esencial y qué son las herramientas? ¿Los plugins cambian la esencia de un sistema o simplemente la mejoran? Para ilustrarlo, recordó el debate chino del siglo XIX sobre el ti (体, esencia) y el yong (用, uso): modernizar la tecnología occidental sin alterar la esencia confuciana. ¿No estaba Europa ahora en la misma encrucijada? Ceballos reconoció el dilema. Europa, como China en aquel tiempo, quiere mantener su identidad, pero necesita adaptarse.
El libro, más que una defensa de China, es una advertencia sobre la complacencia europea. En su argumentación, Ceballos destaca cinco pilares fundamentales que, según él, han cimentado el ascenso chino y que podrían servir de inspiración: meritocracia, planificación a largo plazo, cultura del esfuerzo, educación como motor de competitividad e innovación tecnológica. Si tuviera que reducirlos a uno, señaló sin titubeos, sería la educación.
Los cinco pilares del ascenso chino: meritocracia, planificación a largo plazo, cultura del esfuerzo, educación como motor de competitividad e innovación tecnológica.
Pero si China sobresale por su determinación, Europa se distingue por su calidad de vida y su énfasis en el ocio. Lu Kaitian apuntó que muchos chinos emigran a España precisamente para huir de la obsesión por la planificación y el esfuerzo constante. ¿Podemos importar la disciplina china sin perder vuestra forma de vida?, preguntó. Ceballos se mostró de acuerdo con la paradoja y, en una reflexión con ecos de Mujica, afirmó que los pueblos no pueden dejar de ser lo que son. Podemos mejorar lo que tenemos sin renunciar a nuestra esencia, sentenció.
¿Podemos importar la disciplina china sin perder vuestra forma de vida? Podemos mejorar lo que tenemos sin renunciar a nuestra esencia.

Andreas Janousch explica el debate sobre del siglo XIX sobre el ti (体, esencia) y el yong (用, uso).
En ese mismo tono, un asistente formuló otra cuestión clave: ¿Cómo ves la relación futura entre Europa y China en los próximos cinco o diez años? Ceballos, sin pretender hacer geopolítica, argumentó que China necesita una Europa fuerte y estable, pues su estrategia no es militar sino comercial. Explicó que la interdependencia entre ambos bloques es un factor que evita conflictos, pero que Europa debe encontrar una postura propia. A su juicio, un paso clave sería la ratificación del Acuerdo Integral de Inversiones, que lleva años paralizado, ya que permitiría equilibrar las relaciones comerciales y generar más oportunidades para ambos lados. Subrayó que, en un mundo cada vez más multipolar, este acuerdo ofrecería a la UE mayor autonomía y una mejor capacidad de negociación con China.
Hubo tiempo también para el optimismo. Ceballos destacó que, pese a la crisis de confianza que sacude a Occidente, Europa aún tiene músculo para competir. Solo necesita, como señaló citando al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, levantarse de la silla. Porque la comodidad es peligrosa y el mundo no espera a los rezagados.
Al final, el evento sirvió no solo para presentar un libro, sino para abrir una conversación necesaria. Como si de un calibrador de estrellas se tratase, Ceballos invitó a ajustar nuestra mirada y a repensar el lugar de Europa en el nuevo tablero global. Y, en el aire, quedó flotando una pregunta que nadie se atrevió a responder del todo: ¿estamos preparados para hacerlo?
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