
Manuel Pavón-Belizón protagonista de Léete China nos hablará de Historias del viejo Pekín
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Debido al apago del 28 de abril, el Club de lectura Léete China se celebrará el 21 de mayo, miércoles, en la sala Taller de las Ideas de la Biblioteca Eugenio Trías. Andreas Janousch moderará esta nueva sesión que cuenta con el traductor Manuel Pavón-Belizón, que nos hablará de Historias del viejo Pekín (城南旧事), de la autora Lin Haiyin. Manuel ha tenido la amabilidad de contestar a estas preguntas sobre la traducción, la novela y su interés por la lengua china.
Manuel, ¿cómo nació tu interés por la lengua china? ¿Qué fue lo primero que te atrajo? Cuéntanos la historia que hay detrás de tu camino hasta convertirte en traductor literario.
Pues es una historia un poco particular, creo… De chico, siempre había sentido curiosidad por la historia y la cultura china, leía libros sobre el tema, veía documentales… Pero también me interesaban igualmente otras culturas, como la inca, la árabe, las de Asia Central. Luego, recuerdo que cuando tenía unos siete u ocho años, por el año mil novecientos noventa y poco, una de mis tías maternas, Maleni, me dijo (más bien en broma) que en el año 2000 nos iríamos a China de viaje. En aquel entonces, la idea de ir a China parecía casi fantasía. Además, el año 2000 sonaba muy lejano para mí; recuerdo pensar que, para entonces, yo ya sería muy mayor porque tendría 16 años de edad… Luego, cuando en el año 2002 tuve que hacer la matrícula para la licenciatura de Traducción en Granada, fui a hacer el trámite a casa de mi tía, porque en mi casa no teníamos internet. Y cuando tuve que elegir los idiomas de especialidad, quise aprovechar porque, en aquel momento, no había muchas opciones de estudiar una lengua así fuera de la universidad. A mi tía, por supuesto, le encantaba también la idea. Y por eso acabé estudiando chino. Lo de seguir estudiándolo más allá de la licenciatura fue porque el profesorado de chino en Granada era maravilloso y nos motivaban mucho. Por eso, después de la carrera, me pedí una beca para irme a Pekín a estudiar, y allí me quedé seis años seguidos. Por cierto, mi tía vino a verme a China en las Navidades de 2008, así que lo del viaje se cumplió. Luego, sobre la traducción literaria, como a mí el idioma me interesaba sobre todo como entrada a la cultura y me gusta mucho leer, la traducción literaria vino un poco por descontado. Además, traducir literatura era la mejor manera de aprender el idioma, porque te ayuda a reconocer estructuras y formas de expresar que no suelen aparecer en los libros de texto, por eso también me ponía a traducir fragmentos de novelas, poemas o ensayos.
Para quienes aún no conocen a Lin Haiyin, ¿podrías situarnos brevemente en su contexto? -¿Qué papel desempeñó en la literatura china contemporánea y qué relevancia tiene Historias del viejo Pekín dentro de su obra?
Lin Haiyin fue una escritora muy popular en todo el mundo de habla china y su vida, como la de otros escritores chinos de esa generación, estuvo marcada por las guerras y las revoluciones. Sus padres eran chinos, pero ella nació en 1918 en Japón porque el padre estaba trabajando allí. Pero luego se mudaron a Pekín y allí pasó su infancia, durante las décadas de los años 1920 y 1930. Los recuerdos de esa época son los que sirven de materia prima a las historias de este libro. Era, obviamente, una época de mucha agitación social, política y cultural, cuando muchos aspectos dominantes en la sociedad china de décadas anteriores estaban empezando a cambiar o a desaparecer. Esos cambios, como las transformaciones ideológicas o en la situación social de la mujer, aparecen reflejados en la novela de forma sutil (a fin de cuentas, son los recuerdos de una niña). Y, más allá de esto, Historias del viejo Pekín es una colección de recuerdos de la vida cotidiana en las zonas populares, con formas de vida y de socializar que pronto iban a desaparecer. Quizá sea este el valor principal que se le suele dar a la obra, más allá de lo emocionante que son sus historias y lo entrañables que son sus personajes.
Lin Haiyin empezó a trabajar como periodista y escritora en Pekín. Después de la guerra civil china, se marchó a Taiwán y allí continuó su carrera como escritora. Además, como editora de revistas literarias, tuvo un papel crucial en la formación del campo literario y de la cultura literaria en la isla, dando voz a nuevos escritores que reflejaran la nueva realidad social y geográfica en la que estaban viviendo. El hecho de haber vivido una parte fundamental de su vida en Pekín y que parte de su obra estuviera ambientada allí, también la hicieron muy popular en la China continental. A esto se añade que, en 1983, Historias del viejo Pekín fue llevada al cine. La película tuvo muchísimo éxito y la historia de Yingzi forma parte de los recuerdos de muchos chinos desde entonces.
«Historias del viejo Pekín es una colección de recuerdos de la vida cotidiana en las zonas populares, con formas de vida y de socializar que pronto iban a desaparecer. Quizá sea este el valor principal que se le suele dar a la obra, más allá de lo emocionante que son sus historias y lo entrañables que son sus personajes.»
En el prólogo mencionas que has optado por narrar en tiempo pasado y con frases más complejas y subordinadas. ¿Por qué tomaste esa decisión estilística? ¿Qué retos supuso esa elección a la hora de mantener la voz narrativa infantil o evocadora?
Fue complicado al principio decidir estos detalles. Normalmente, conviene leerse la obra completa original antes de ponerse a traducir, pero no tenía mucho margen, así que tenía que ir traduciendo sobre la marcha. Al principio, me pareció que la narradora podía estar hablando a la vez que los hechos ocurrían y que se podía usar el tiempo presente, pero luego había partes en las que la lógica de la narración no encajaba con el presente. Finalmente, asumí que se trata de un relato que rememora (contado por la niña cuando ya es más mayor). Con esto aclarado y definido, tuve que volver atrás y reescribir algunas partes que ya había traducido. Y luego está la cuestión de la sintaxis. En chino, los periodos oracionales son más breves y, si se traduce siguiendo esa estructura, el ritmo en español puede parecer acelerado o entrecortado, por eso suele ser necesario modularlo, no solo en esta obra, sino, creo, en cualquier traducción del chino al español.
La novela presenta numerosos desafíos para el traductor: el uso de dialectos, canciones infantiles, juegos de palabras y saltos temporales complican la traducción a otra lengua. ¿Podrías contarnos cómo afrontaste estos elementos?
Las canciones o los poemas son lo más entretenido, porque te dan la posibilidad de hacer algo más creativo, buscando que en español haya rima, ritmo… A veces cuando lo traduces, casi es inevitable que en tu cabeza lo vayas imaginando como una canción. A mí eso me ayuda precisamente para encontrarle el ritmo y buscar las palabras que encajen. Quizá los saltos temporales sean lo menos problemático, porque están codificados en la propia narración a más macroestructural, menos liminal con lo que es el traslado a la otra lengua. Y los dialectos… Es algo especialmente complicado, porque son un elemento muy concreto, muy localizado y para lo que no hay correspondencia. Sería absurdo traducir elementos dialectales del chino por elementos de un dialecto del español, por ejemplo. En esta novela, hay un caso en que se solapa un juego de palabras con la pronunciación en un dialecto local. En este caso, la decisión que tomé, pensando en que fuera lo menos farragosa y confusa posible, fue añadir una aclaración metalingüística, eso es, explicar en el propio texto que el personaje estaba hablando en su dialecto. No es ideal, pero no pude encontrar la cuadratura del círculo para este caso.
«En esta novela, hay un caso en que se solapa un juego de palabras con la pronunciación en un dialecto local. En este caso, la decisión que tomé, pensando en que fuera lo menos farragosa y confusa posible, fue añadir una aclaración metalingüística, eso es, explicar en el propio texto que el personaje estaba hablando en su dialecto. »
El personaje de Yingzi recuerda, en muchos aspectos, a Scout de Matar a un ruiseñor: dos niñas que crecen a lo largo de la narración, que observan un mundo que no comprenden del todo, pero que muestran una empatía natural hacia los marginados y los incomprendidos. ¿Crees que tanto Yingzi como Scout encarnan una forma de ética intuitiva, una sabiduría nacida de la observación y el afecto?
Totalmente. Yingzi es capaz de sentir una empatía natural por su amiga Xiao Guizi o por un personaje marginado como Xiuzhen, la «loca» de la pensión, porque además ve que son personas con las que se divierte y se siente bien. Incluso siente esa empatía hacia el ladrón, porque también la trata bien y se divierte con él. Empatiza con ellos, no porque entienda racionalmente su situación o su marginalidad social, sino porque observa sus penas y sabe de dónde viene el dolor de cada uno. De la misma forma, Scout, en Matar a un ruiseñor, empieza a comprender las divisiones raciales y sociales en su pueblo no a través de teorías, sino porque vive y es testigo de situaciones concretas que le ocurren a gente cercana a ella y que le despiertan preguntas que son éticas en el fondo. Las dos tienen esa ética intuitiva, una sensibilidad y un conocimiento que sale de la empatía y que las hace ver con claridad lo que muchos adultos eligen no ver. Song Ma o la madre de Yingzi, por ejemplo, no quieren que su hija se acerque a Xiuzhen porque solo la consideran simplemente una «loca». Aunque aún no lo articulan aún, Yingzi y Scout comprenden, en un nivel emocional, qué es lo injusto, lo absurdo o lo cruel. Luego llegará la edad adulta, con los prejuicios, las miserias y los intereses propios, que seguramente les cercenarán esa intuición.
Pero, con todo, diría que hay una diferencia entre las dos obras. En el caso de Matar a un ruiseñor, hay un cierto optimismo, porque parece que hay un sistema que, pese a todas las injusticias y los sesgos enormes y los destrozos que provoca, termina aclarando las cosas y haciendo justicia. En el caso de Historias del viejo Pekín, me da la sensación de que los personajes están totalmente a la intemperie y sus historias no tienen una conclusión que apunte a la esperanza ni a la justicia. Pero no vamos a destripar las historias, ya las comentaremos en el club de lectura.
Convocatoria
Dónde: Biblioteca Eugenio Trías (Parque del Retiro, Madrid)
Cuándo: 21 de mayo a las 19:00 hs.
Aforo: acceso libre hasta completar aforo
Etiqueta:club de lectura, entrevista
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